miércoles, 14 de agosto de 2013

ARIEL MONTOYA

Poeta nicaragüense. Nació en Esquipulas, Matagalpa, en 1964. Poeta, editor y periodista. Director Fundador de la Revista Cetroamericana de las Culturas, Decenio, y de la editorial del mismo nombre, y Presidente de la Fundación Iberoamericana de las Culturas (FIBRAS). Autor del poemario "Silueta en Fuga" (Guatemala, 1989). Pertenece a la convulsa generación del 80, y también a la llamada "Generación de Mollina", que aglutina a jóvenes creadores de la región iberoamericana, surgidos en la década del 90. El perfil de la Hoguera fue merecedor de una mención de honor en el Premio Nacional de Poesía "Rubén Darío 1999", convocado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de Nicaragua.

Como periodista, ha sido articulista de temas políticos y culturales en prestigiosos diarios centroamericanos y de La Florida; como poeta, ha publicado en diversos suplementos, antologías y revistas de las Américas y España, territorios que moldean su natural identidad indohispana, capaz de atraparlo en la más conmovedora de las nostalgias bajo una puesta de sol en los condominios del destierro, desde donde bien le viene cantarle a las naranjas de los caminos o a los espantapájaros desbandando chocoyos y fantasmas. O bien, desmadejar su alma viajera sobre lejanos mares entablados por un flamenco andaluz.
 
 
 

Poema Vergüenza

Nunca llegaste a través de la tarjeta postal
ni me anunciaron con pretextos saludos
que tu palabra
tu canto y tu persuasivo aliento de prodigioso olor
rondaba inadvertido entre milagros.
Me reconozco culpable de que jamás mi exilio se
consoló con tu recuerdo.
Cómo se nos fueron los años,
cómo se te desgranó la inocencia
cómo has germinado en madre, en mujer. En otra.
Cómo yo también me fui a través del tiempo esculpiendo
en anónimos rostros hasta esta otra cara que hoy te enfrenta.
Casi niños,
se nos cuajó el deseo en verdes besos
que después maduraron en la frontera de otros labios.
No podría imaginarte como eras antes,
no podría mañana, imaginarte como eras ahora
¡no nos habita ningún presente puro!
para esta vergüenza de apagados y moribundos rubores.
 

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